En el primer mundo, dónde los problemas son menos problemas y tenemos que buscar cosas con las que preocuparnos, vivimos siendo esclavos de la báscula. Nuestra existencia gira en torno a cumplir una serie de cánones estéticos que principalmente se basan en encontrar nuestro peso ideal. Tenemos fórmulas como el índice de masa corporal (por cierto, creado por Adolphe Quetelec un estadista, no un médico) que nos dicen si somos obesos o no lo somos relacionando nuestro peso con nuestra altura, y ese índice de masa corporal es el que encontramos en las básculas comerciales (que hay en farmacias y otros establecimientos), el que realizan los “especialistas en alimentación” en sus consultas (léase que no he dicho ni Nutricionísta ni Técnico Superior en Dietética) o el que hace en un momento el comercial de Herbalife en una calculadora para, definitivamente, decirte que estás gordo.
Amigos, amigas, apuntaros lo que os voy a decir ahora a fuego en la piel: el peso ideal no es difícil de conseguir, es imposible. El peso ideal no existe.
Empecemos por lo básico, ¿cuántos pesos diferentes tiene una persona a lo largo del día? ¿Y de la semana? Yo tengo fluctuaciones hasta de tres kilos según el momento del día dependiendo de si he ido al baño o no, si he bebido más o menos y en qué momento de mi periodo menstrual me encuentro. Se supone que yo puedo estar desde en un peso normal bajo, una delgadez aceptable o un peso normal medio. Más aún, si yo pesara tres kilos menos de los que peso estaría supuestamente en una delgadez aceptable, pero la realidad es que si me vierais directamente me mandaríais al médico para que me internara en un comedor de día. Por mi constitución, en mi persona, tres kilos menos pasan la barrera de lo aceptable.
Igual ocurre por encima. Lo que en una tabla, creada sobre unas medias poblacionales que realmente no nos representan, se considera sobrepeso puede ser perfectamente un peso absolutamente normal para otra persona. Iré más allá, como veremos luego, dos persona con el mismo peso y la misma altura, es decir, con IMC idénticos, pueden tener composiciones corporales muy diferentes, incluso en algún caso pueden situarse en posiciones muy diferentes en cuanto a la estética de su conjunto corporal.
¿Quién marca entonces nuestro normopeso? Pues ni Adofphe Quetelec, ni la cultura popular, ni las Kardashian, ni el último desfile de Dolce and Gabanna… lo marcas tú mismo. Mi pregunta es, ¿cuál es el peso que has mantenido por más tiempo y con el que te has sentido mejor? Ese es tu peso a lograr.
A esto se une que el cuerpo debe estar sano, fuerte y ser capaz de responder a las necesidades y dificultades del día a día. Medir 170 y pesar 59 kilos no es garantía de tener un cuerpo saludable. El cuerpo debe estar ejercitado, preparado para reaccionar ante una enfermedad, para una situación de riesgo. Hay que comer bien, pero también hay que entrenarse. La buena alimentación y el ejercicio nos acompañarán para conseguir, no solo vernos bien, si no tener unos porcentajes de grasa y músculo aceptables. Todo esto lo vais a ver más claramente con los ejemplos que vienen ahora. Por cierto, vuelvo a deciros lo del otro día, no os escandalicéis, viene carne y ropa interior. Todo por la ciencia.
Tres mujeres, tres vidas, tres cuerpos
Cuando les comenté a mis amigas Ana y Elena que quería hacer este artículo y les pregunté si se harían fotos en ropa interior para salir en mi blog, ninguna lo dudó y eso fue una gran suerte para mí. Primero porque no me podía sentir mejor acompañada, pero también porque somos tres mujeres de una talla similar, pero tenemos tres edades muy diferentes y cuerpos muy distintos. Las tres nos alimentamos de forma Paleo (con mayores o menores inconstancias) y las tres realizamos deporte de forma habitual. Me hubiera gustado conseguir alguna chica con nuestra estatura que no practicara ningún tipo de deporte pero no ha sido posible. La verdad es que desde aquí tengo que darle las gracias a esas amigas que tengo que se apuntan a una ronda de aspirinas si es por ayudar a la otra. Gracias, gracias, gracias chicas.
Elena
Elena tiene 28 años, mide 169 y pesa 64,100 kilos, su IMC es por lo tanto de 22,41 y su porcentaje de grasa corporal es de 27,6% es decir, tiene una constitución normal. Practica deporte unas cuatro veces por semana usando la aplicación Mammuth hunters y normalmente va a trabajar andando para cubrir una media de 8000 pasos diarios.
Elena tiene un cuerpo en forma de reloj de arena, con unas proporciones de pecho y cadera equilibradas y una cintura marcada. Además podríamos considerar que tiene una constitución Endomorfa, es grande y puede variar de peso con facilidad. De hecho Elena ha tenido como su peso más alto 76 kilos y como su peso mínimo 62. Ella misma nos dice que con 76 kilos era una mujer más grande, (según su IMC tendría sobrepeso) pero seguía encontrándose bien y atractiva. Y es así, el tipo de figura de Elena, con una proporción del reparto de grasa corporal equilibrada, hace que pueda aumentar de peso manteniendo unas formas saludables y atractivas. Una Elena de 76 kilos no es una Elena a la que llevaríamos a un Dietista. Sin embargo Elena, con 62 kilos y en forma, pese a encontrarse bien y sentir que ese es su normopeso, recibe continuos comentarios de su entorno en relación a su delgadez.
Ana
Ana tiene 39 años (o a punto de cumplirlos más bien) mide 167 y pesa 64,100 kilos su IMC es de 22,95 y su porcentaje de grasa corporal es de 29%, otra vez una constitución dentro de los rangos normales. Practica mucho deporte, crossfitt y running llegando a doblar entrenamiento algunos días.
Ana tiene un cuerpo en forma de rectángulo, dónde pecho y caderas mantienen una proporción equilibrada y tiene una cintura poco marcada. Su constitución se acerca más a la Mesomorfa, un cuerpo atlético que es la base perfecta para crear músculo. También este tipo de cuerpo puede tener grandes oscilaciones de peso. Ana está ahora en el peso máximo que ha tenido nunca y mínimo ha pesado 53 kilos y aunque estaba demasiado delgada se encontraba en forma. Considera que el peso que ha mantenido por más tiempo y con el que se siente cómoda son 58 kilos.
Vemos claramente la diferencia entre Ana y Elena, que deberían a priori pesar lo mismo. Elena con 62 kilos es tachada de delgada por su entorno, Ana considera que está delgada con 53 kilos (casi diez kilos de diferencia). Esto es debido a la forma del cuerpo que tiene Ana, con más facilidad para acumular grasa sectorial, es decir, desequilibrando su cuerpo. Cuando engorda lo hace sobre todo acumulando grasa en cintura y abdomen, y al tener un cuerpo rectangular le hace sentirse más redonda, como dice ella, como una castaña. Para nada tiene un cuerpo con sobrepeso pero ella se ve mucho mejor con siete kilos menos.
Nur
Yo tengo 44 años recién cumplidos (no es algo que cuente mucho, me creo Benjamín Button y soy de las de veintisiempre) y soy mamá de una niña de tres años. Mido 171 cms, actualmente peso 57,8 kilos y mi porcentaje de grasa corporal es del 21,9%, por lo tanto un IMC del 19,77 es decir, también un peso normal aunque en la parte baja de la tabla. Voy al gimnasio cinco días a la semana, corro dos o tres y hago pilates uno. A priori yo debería ser la que tiene un cuerpo más adecuado y mejor proporcionado, (de hecho en el post sobre las mentiras de las tallas en algún caso me acusasteis de hacer un lucimiento personal con las fotos porque llevo una talla 36), pues vamos a desmontar el mito.
Yo tengo un cuerpo en forma triangular, soy muy estrecha de hombros, no tengo casi pecho y mantengo una cintura normal y un abdomen controlado, pero llegamos a las caderas, glúteos y muslos y allí todo se descontrola. De hecho el 75% de mi grasa corporal se encuentra localizada en esta zona, lo que hace que, siendo la que tiene menor peso de las tres, parezca la más descompensada. Mi cuerpo combina dos tipos, Endomorfo en el tren inferior, y Ectomorfo en la superior, es decir, arriba soy tan estrecha que tengo incluso una enfermedad derivada del poco espacio que tienen mis órganos para asentarse, y en la parte inferior tengo espacio para dos cuerpos.
Es cierto que soy la mayor con diferencia (sobre todo en comparación con Elena con 16 años más) y que he sido mamá (nos pongamos como nos pongamos eso cambia el cuerpo de una mujer) pero toda mi vida he luchado contra un sobrepeso que en realidad nunca he tenido. Mi peso máximo han sido 67 kilos y mi peso mínimo, en una época con un trastorno alimentario leve, ha estado por debajo de 50, y nunca, nunca, hasta ahora, me he encontrado bien. Entonces, ¿ahora tengo mi peso ideal?, no, ahora tengo mi situación mental ideal, me conozco, conozco mi cuerpo, sé que mi forma es la que es y que eso no se puede cambiar. Nadie puede marcar mi canon de belleza personal, porque nadie más que yo tiene mis circunstancias vitales. Estoy en forma, estoy saludable, estoy contenta, y eso es genial. Me quiero, me gusto y yo me invitaría a mí misma a salir. Y punto. Mi celulitis, mi culo y mi cadera se vienen conmigo a dónde yo vaya y será mi misión saber cómo sacarles el mejor partido. Ni me escondo, ni me avergüenzo ni cancelo ningún plan por sentirme insegura con mi cuerpo. Las inseguridades son problemas mentales que no nos dejan avanzar. Dejémoslas atrás.
Todo esta entrada, quizás demasiado larga me disculpo de ante mano, tiene el objetivo de haceros ver que dejéis la báscula a un lado y empecéis a miraros en el espejo. Evidentemente podéis tener un problema de peso y no quereros transitoriamente, pero en cuanto le pongáis solución encontraréis vuestro estado perfecto en el momento que os guste esa persona que tenéis en frente. No miréis las revistas, no busquéis cuerpos como las modelos de Zara, no hagáis mil números de cual es vuestro índice correcto o en que peso dice la “norma” que debéis estar, tan solo mirad al espejo y buscar esa persona que queréis ser, saludable, en forma y feliz, porque la felicidad y la confianza en uno mismo son las mayores y mejores armas de belleza.