El pan de trigo fue la base de la alimentación de los habitantes de la península Ibérica durante muchos siglos, pero en algunas zonas poco pobladas existía un problema: no se horneaba pan cada día porque era necesaria gran cantidad de leña para mantener la temperatura de un horno sobre los 200 ºC. Eso implicaba que solo una vez a la semana se podía amasar pan y éste debía mantenerse en casa hasta la siguiente hornada.
Por supuesto, el día que el pan llegaba a casa era una fiesta, pero con el paso de los días se endurecía, se secaba y se hacía muy difícil de comer. De manera que la gente empezó a buscar soluciones para poder comer pan todos los días como si estuviera recién hecho. Así nació en España el pan seco.
En todas las culturas existen los panes crujientes. Son elaboraciones muy sencillas que tenían como objetivo conseguir preparaciones que se mantuvieran intactas durante bastante tiempo. Estos panes se llevaban en largos viajes y eran parte de los víveres de marinos que surcaban los océanos. Más de uno sobrevivió viajes a America alimentándose de versiones como la que vamos a cocinar hoy.
Más allá del objetivo por el cual se crearon, hoy son parte importante de nuestra gastronomía y a mí, personalmente, me pirran. Dicho todo esto, podría parecer que me voy a poner a hornear regañás o tortos de maiz, ¿no? Pues no, me he ido un poco más lejos a buscar un nuevo pan crujiente, a Suecia.
Un pan muy crujiente: knäckebröd
Plato: Panes y masasCocina: Sin gluten, SuecaDificultad: MediaReceta de un pan seco maravilloso que os va a encantar para las noches de picoteo.
Ingredientes
200 gr de harina de trigo sarraceno
150 gr de harina de quinoa
9 gr de levadura fresca
Sal
220 ml de agua templada
Semillas al gusto (hinojo, anís, sésamo, alcaravea)
Pasos
- Precalentar el horno a 175 °C.
- En un bol mezclamos las harinas, y la sal hasta integrarlas bien. Disolvemos la levadura fresca en un poco del agua (no muy caliente pero tampoco fría) y añadimos a las harinas. Comenzamos a mezclar mientras añadimos el agua poco a poco. Debemos obtener una masa que no se pegue en las manos y eso depende de muchos factores, es mejor ir controlando poco a poco la consistencia de la masa y solo añadir la humedad necesaria.
- Una vez hemos conseguido la masa deseada hacemos una bola, la tapamos y la dejamos levar durante dos horas en un lugar seco.
- Pasado este tiempo dividimos la masa en bolas de un tamaño similar (unas seis u ocho bolas) y volvemos a dejar reposar diez minutos fuera para que adquieran consisténcia.
- Ponemos tres o cuatro bolas en un papel de horneado y aplastamos con ayuda de las manos hasta obtener la textura más fina posible. Hacemos un agujero en el centro y pinchamos con un tenedor. Espolvoreamos las semilas de nuestra elección por encima de nuestros knäclebröd.
- Horneamos durante unos 15 minutos (hasta que esté dorada) y le daremos la vuelta. Retiraremos cuando tengan una textura crujiente y dejaremos enfriar en una rejilla.
Consejo de Nur
- Para mí este pan no necesita más que una mantequilla de pasto para hacerme feliz, pero podéis usarlo para acompañar patés y compotas caseras. Se hace también una versión dulce con un poco de miel y arándanos secos, que es ideal para tomar con quesos.
Estoy segura que, a partir de hoy, recordareis a Suecia por Ikea, Abba y el pan Knäckebröd. Al tiempo…