Quien nace lechón, muere cochino

Nuria Pons 

Quien nace lechón muere cochino… esta frase me dijo un paciente hace un par de días refiriéndose a que siempre había sido gordo y estaba convencido de que siempre lo sería.

“Puede que adelgace, puede que me quede en mi peso ideal, puede que luzca palmito este verano… pero yo jamás seré como tú, seguiré siendo un gordo adelgazado y en cuanto me descuide volveré a engordar.”

Lo decía completamente convencido de que había dos tipos de personas en el mundo, los gordos y los delgados, como blancos o negros, o altos o bajos… y que empeñarse en estar en el grupo de los contrarios conllevaba gran sufrimiento durante toda la vida y gran sacrificio porque en realidad luchabas contra tu propia naturaleza. Todo eso me llevó a pensar si el gordo nace o se hace.

Empecemos por el principio: sí, está documentado, existe una predisposición genética a la obesidad. ¿A qué se debe? Sencillamente cualquier mutación en un gen que tenga influencia en el metabolismo del individuo, el control del apetito, la sensación de saciedad, el almacenamiento energético de grasa… va a hacer más proclive a una persona frente a otra a engordar, pero nadie ha nacido con la posibilidad de evitar la obesidad ni nadie está obligado a padecerla. En la nutrición intervienen tal cantidad de factores que echarle la culpa a la “genética” es simplificar demasiado el problema.

El gordo nace o se hace… sé que no os va a gustar esto, pero el gordo se hace. De acuerdo, existe una mayor o menor ayuda de la genética a que esta situación se produzca, pero una persona con una genética excelente en este sentido y con unos hábitos horribles adquiridos desde la niñez, será gorda, al igual que una persona con buenos hábitos y predisposición genética a metabolizar peor los carbohidratos (por ejemplo)  se mantendrá delgada pese a que deba luchar más en contra de la acumulación excesiva de grasa si se come un plato de pasta.

Hablando con vosotros cada vez soy más consciente de que la gordura física es mucho más fácil de lidiar que la gordura mental. El autoconvencimiento de que :”Aunque no esté gorda, siempre seré gorda y en cuanto me pase, en cuanto me despiste, volveré a ser y estar” es una barrera mental muy difícil de romper. El creer que estáis luchando contra vuestra propia naturaleza os hace más débiles, con más tendencia a caer, a entrar de nuevo en bucles de alimentos basura, exceso de calorías, poco ejercicio, azúcares… “porque total, haga lo que haga siempre estaré gordo”.

No, no se nace lechón y se muere gorrino. Se nace humano y se crece y se desarrolla cada uno condicionado por su propia toma de decisiones, hábitos, costumbres y conocimientos. Si quieres, puedes, solo tienes que  dejar atrás complejos, pensamientos negativos y condicionantes que, en realidad, solo son excusas y peinetas baratas. Además de dejar el cuerpo de gordo, debes también olvidarte del cerebro de gordo. Solo así conseguirás avanzar.

 

 

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