¿Qué es?
¿Os habéis parado a pensar que en vuestros intestinos viven más de 100 millones de bacterias? No, no salgáis corriendo a la clínica más cercana, no estáis gravemente enfermos ni infectados por una enfermedad mortal, solo se trata de algo tan necesario como vuestra flora intestinal o microbiota.
No sé si sabíais que nacemos sin flora intestinal: nuestro colon está limpio e impoluto, pero empezamos a crearla desde la lactancia y se desarrolla hasta los 2 años, edad en la que se puede decir que tenemos ya una flora intestinal definitiva.
¿Dónde empiezan los problemas con vuestra microbiota?
Para que lo entendáis fácilmente os diré que existen dos tipos de flora intestinal, la residente y la pasajera. La flora intestinal residente está adaptada al medio en el que habita, es estable en el tiempo e inocua. Es más es absolutamente necesaria porque cumple una misión muy importante, la fermentación de la dieta no digerible, como la fibra vegetal; y del moco producido por el epitelio intestinal. Además, produce ácidos grasos, vitamina D y K, favorecen la recuperación y absorción de calcio, hierro y magnesio, y previenen la invasión de los microbios patógenos que ingerimos con los alimentos por el llamado efecto barrera.
Por otro lado, existe la flora intestinal pasajera que aparece por el uso de medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios, antiácidos, anticonceptivos orales, relajantes musculares, sales de hierro y tratamientos de quimioterapia y radioterapia, también en situaciones de estrés, dietas pobres en fibra, virus, bacterias y parásitos. Esta flora intestinal pasajera afecta a la flora residente, debilitándola, reduciéndola o eliminándola parcialmente y provocando problema de salud importantes.
¿Qué son los probióticos y los prebióticos?
Según la Organización Mundial de Gastroenterología, los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la salud de quien los consume. Se trata de bacterias o levaduras que están presentes en alimentos, medicamentos o suplementos dietéticos. Ayudan a restablecer la flora intestinal residente, aunque en las ocasiones en las que la flora intestinal esté muy dañada (después de tratamientos de quimioterapia, antibióticos, una contaminación por gluten en celiacos, etc), se recomendará tomar probióticos en suplementos dietéticos de farmacia. De forma natural los obtenemos en alimentos como el kéfir, el chucrut, el té kombucha o el chocolate negro.
Los prebióticos son compuestos que el organismo no puede digerir, pero que tienen un efecto fisiológico en el intestino al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y la actividad de las bacterias beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilos). Se trata de un tipo de hidratos de carbono (una “fibra especial”) presentes en algunos alimentos que, pese a que nuestro sistema digestivo no es capaz de digerir, son fermentados en el tracto gastrointestinal y utilizados como “alimento” por determinadas bacterias intestinales beneficiosas. Los encontramos en alimentos en el ajo, el puerro, la alcachofa, la cebolla, el almidón resistente de las patatas…
Es importante incluir en nuestra alimentación estos alimentos que favorecen nuestra flora intestinal de forma natural y entender cada vez más la importancia del sistema digestivo en nuestra salud en general. Un intestino sano implica un individuo feliz.