El título de esta entrada parece sacado de un libro de Juan Ramón Jiménez, pero es que quería dejar claro que no voy a hablaros del ayuno en general, ni voy a contaros qué beneficios tiene realizarlo ni cuales son las formas “oficiales” de llevarlo a cabo. Tenéis unos artículos fantásticos sobre este tema en el blog de Fitness Revolucionario y nadie mejor que Marcos para explicároslo claro y contundente:
Yo hoy os quiero hablar de mí, de cómo ayuno yo, de por qué lo hago y de qué beneficios me comporta. Esto no significa ni que lo esté haciendo de la forma establecida, ni que vosotros vayáis a sentiros igual que yo, solo es mi experiencia, sin más.
Lo primero que os voy a decir es que no todo el mundo puede, ni debe, ayunar. De forma muy genérica existen dos obstáculos que impiden afrontar una política de ayuno periódico como es mi caso.
- El primero es físico, no todos somos iguales y no todos somos capaces de aguantar determinadas horas sin comer. Si vuestro cuerpo no puede, no puede y punto. Tampoco se trata de comer veinte veces al día, pero cumplir con las tres ingestas diarias con una media de 6 horas de intervalo entre ellas, es una opción absolutamente viable.
- El segundo es social, por trabajo, por familia, por compromisos, por horarios… hay gente que no puede cumplir con las 16 horas sin ingerir nada. A veces nuestro entorno no lo entiende, nuestra familia no lo comparte, en nuestro trabajo no queremos decirlo.
En mi caso no tengo problemas en aguantar diariamente 16 horas sin comer (lo hago normalmente los siete días de la semana), e incluso 24 horas (no tengo pautados estos ayunos pero una vez al mes mínimo hago uno), y no tengo el más mínimo problema en contar a quien me pregunte que no como al medio día. Es evidente que no estoy desnutrida, ni padezco ninguna enfermedad de trastorno de la conducta alimenticia, de manera que no creo que nadie pueda preocuparse por si corre riesgo mi vida por no comer.
¿Por qué ayuno yo?
Digamos que la pregunta es: ¿por qué no ayunaba antes? Siempre he comido tres veces porque eso es lo socialmente aceptado, de manera que, como nunca he necesitado tanta ingesta de alimentos, en realidad desayunaba muy mal, comía regular y cenaba peor. Al no desayunar bien, llegaba con mucha hambre a la comida, pero como comía fuera de casa y con compañeros de trabajo, comía poco (¡no vaya a ser que vieran a una chica masticando!) y llegaba a la cena devorando cualquier cosa que se cruzara por mi camino. Cuando empecé a cambiar mi alimentación, y los desayunos se convirtieron en una comida más del día, con proteínas, grasas y verduras al medio día no tenía hambre, el comer era solo un acto social, así que de forma paulatina fui dejándolo y ya no volvió.
¿Cómo lo hago?
De lunes a viernes solo desayuno y ceno. Normalmente desayuno a las seis y media y ceno aproximadamente a las diez con lo que no cumplo estrictamente las 16 horas de ayuno, pero eso me da igual. No calculo con un reloj cuando debo o no debo comer, me rijo por las necesidades de mi cuerpo. Hay días que desayuno muy bien y me dan las diez sin darme cuenta y otros en los que he cambiado algo la rutina y a las nueve tengo que estar cenando. Si un día por lo que sea, periodo de menstruación, cambio hormonal, humor… tengo que hacer las tres comidas las hago y punto.
Si entre semana tengo alguna cita con un amigo para comer, me surge alguna comida de trabajo o similar, entonces no ceno. El desayuno (si no estoy en un 24 horas) de lunes a viernes es sagrado.
El fin de semana me gusta hacer cosas con el que duerme a mi lado y la peque de la casa, y no quiero condicionar nuestra vida social a mi plan de comidas. Normalmente el sábado y el domingo no desayuno y sí como y ceno con ellos, pero también puedo variarlo y desayunar y comer o comer y cenar. Si tengo que hacer las tres comidas no hay problema pero la verdad es que yo intento siempre hacer un ayuno al día (siete a la semana).
¿Qué me aporta?
Estoy segura que estáis esperando que os diga algo del peso, pero no, yo no he perdido ni un gramo por ayunar, y si estáis pensando en iniciaros en el ayuno por este motivo, ya podéis ir olvidándolo, porque las calorías que consumáis al día deben ser exactamente las mismas que si comierais las tres veces habituales. No hay que pasar hambre y no hay reducción calórica, solo se reduce el número de ingestas.
Principalmente yo noto mucha más energía, no estoy amodorrada por las tardes y entreno mucho mejor con el estómago vacío. Mi cuerpo tiene las calorías y los nutrientes que necesita y no ralentiza su funcionamiento algo que si ocurre al realizar mayor número de digestiones. Mentalmente también me siento más despierta, más atenta y más ágil. Hay estudios que demuestran que el ayuno mejora la plasticidad neuronal, no es solo una sensación mía. En general, estoy menos pesada física, mental y funcionalmente, y disfruto mucho más de las dos comidas que realizo, pero, lo más importante, no como porque realmente no lo necesito.
Sé que, de todas mis costumbres nutricionales, esta es la más polémica de todas. En general a mi alrededor lo aceptan pero no lo comparten y más allá, soy juzgada, comentada y acusada de muchas cosas… sinceramente, yo jamás recomendaré a un tercero un ayuno, cada uno se conoce y sabe lo que puede o no puede hacer, yo estoy bien así, como nunca he estado antes. Yo no juzgo, no me juzguéis.