Usamos el concepto de depresión muy a la ligera. En cuanto algo nos entristece un poco, nos sentimos menos animados, la vida nos da un par de sacudidas… decimos que estamos deprimidos. Lamentablemente no podemos ser eternamente felices, hay momentos mejores y momentos peores y en ocasiones debemos llorar para luego saber apreciar lo que es estar contento.
La depresión clínica es una enfermedad calificada por la Universidad de Harward como grave que, al ritmo de crecimiento actual, será la principal causa de baja laboral en 2020. Se considera un trastorno del cerebro que se explica por muy diversos factores, desde genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos y que puede aparecer en cualquier etapa de la vida. Pese a ello los primeros brotes depresivos suelen surgir en la adolescencia y con una cierta prevalencia de mujeres sobre los hombres.
La depresión condiciona al individuo en su entorno laboral, social y personal y presenta características como tristeza permanente, falta de interés hacia uno mismo, agotamiento continuo, llanto fácil, ideas hipocondriacas, ansiedad, ataques de pánico, alteraciones del sueño, aumento o pérdida de peso extremos, etc.
Si bien desde la biopsiquiatría, con un claro enfoque farmacológico, se propone el uso de antidepresivos, estos sólo han demostrado ser especialmente eficaces en depresiones más graves, siento la psicoterapia la técnica que debería recomendarse para tratar la depresión clínica habitual.
En mi entorno hay varias personas que han sufrido o sufren depresión y, en todos los casos, sin ser depresiones del tipo que consideramos más grave (y cuando hablamos de grave no hablamos de nivel de tristeza o ansiedad, hablamos de comportamientos psicóticos, esquizofrénicos o similares), han estado medicadas, (no voy a entrar a juzgar más este punto, creo que mi opinión podría ser dolosa y no es el objetivo de este post). En ningún caso se ha requerido en su tratamiento la participación de un nutricionista, cuando está absolutamente probada la importancia que tiene la alimentación y su regulación y control en los procesos depresivos . No lo digo yo, lo dicen múltiples estudios realizados por Universidades de todo el mundo. Pero la comida sigue siendo secundario… y así nos va.
No hay más allá que una explicación biológica a todo este misterio de la comida y la tristeza. Hay una relación inequívoca entre lo que comemos y como nos sentimos. Una carencia en determinados nutrientes puede implicar dificultades para elaborar sustancias conocidas como neurotransmisores que son los encargados del equilibrio emocional. Triptófano, fenilalanina, tirosina, ácidos grasos esenciales como el ácido linoleico (W-3), vitamina C, complejo B; minerales como zinc, magnesio, calcio y hierro, son esenciales para un buen funcionamiento mental.
¿Cuáles son mis recomendaciones para una persona que sufra depresión?
- Hay alimentos que nos proporcionan triptófano, un aminoácido esencial para elaborar la serotonina, el neurotransmisor de la felicidad. Chocolate amargo, frutas: fresas, kiwi, frutos secos, fuentes de omega 3: pescado azul, salmón, atún; vegetales: apio, Berros, espinacas, remolacha, zanahoria, apio, brócoli y alcachofa.
- Elige alimentos que te aporten fibras, vitaminas y minerales
- Huye de los alimentos procesados y los azúcares simples.
- Es importante consumir proteínas a diario pero no excederse en las cantidades, que deben ser acordes a las necesidades particulares de cada persona (edad, peso, actividad física, etc.) ya que una dieta excesivamente rica en proteínas puede reducir la actividad serotoninérgica del triptófano
- Si sufres de ansiedad recurre a los frutos y la fruta seca. Ten preparado un puñado en un recipiente y cómelo despacio. Se previsor y mantén la cordura en esos momentos. Si es necesario sal de casa y pasea, anda respira. No recurras a la nevera.
- Evita las bebidas que contengan cafeína y sobretodo el alcohol.
- Haz deporte. Elige algo que sea de tu agrado que te ayude a despejarte, a conocer gente nueva y a tener un objetivo. La actividad física además aumenta la producción de endorfinas y te ayudarán a sentirte mejor.
No he sufrido nunca una depresión. He tenido épocas en las que la vida se me ha retorcido un poco y me daba la sensación de estar en un pozo sin fondo, pero nunca he sentido la necesidad de quedarme encerrada en casa y dejar que la vida continúe sin mi, creo que siempre he sabido que esa tristeza era transitoria y en algún momento volvería a ver la luz. En muchas ocasiones me ha costado entender esta enfermedad en otros, lo he achacado a falta de fortaleza, de personalidad… hoy sé que es una dolencia que va mucho más allá y que necesita apoyo de todo el entorno que rodea al enfermo.
Si sufrís depresión o sois familiares o amigos de un depresivo os mando toda mi fuerza desde aquí. La vida es maravillosa, no dejéis de ver la luz todos los días.