Un verano de hace algún tiempo, tanto que a veces creo que pasó en otra vida, estuve haciendo una ruta por Estados Unidos. En ese momento no me interesaba la alimentación como ahora pero, a los tres días de llegar al país, tenía el estómago del revés y solo podía pensar en comer algo sano porque estaba saturada de hot dogs, hamburguesas y pretzels.
En Estados Unidos comer en general no es caro, pero comer bien, comer sano, es carísimo (o así lo recuerdo yo). Es significativo, en este sentido, un país donde la coca cola es más barata que el agua, en el que tienen tamaños gigantes de menús basura y dónde las ensaladas se entierran bajo cantidades ingentes de toppings y salsas. Así que casi sin quererlo mi ruta por ese país se tornó en una ruta gastronómica y acabé buscando los restaurantes más recomendados y más saludables que pude encontrar y saboreando elaboracionesde la gastronomía local. Probé muchos platos diferentes (sí, estuve un tiempecillo allí), algunas cosas me encantaron y otras me parecieron auténtica basura, pero hubo dos sabores que se vinieron conmigo para quedarse, la especiada cocina cajún de New Orleans, y la maravillosa Clam chowder de San Francisco.
Por poneros en antecedentes, ya sé que no son necesarios, pero me encanta contaros parte de mi vida, yo llegué a San Francisco después de recorrerme en un Mustang descapotable todo el desierto de Mojave y disfrutar de unos días en el Yosemite park. Era el mes de Agosto, en las Vegas no podíamos salir, literalmente, de día por la calle y no os quiero contar que temperaturas llegamos a alcanzar en la carretera del desierto… y de repente llegamos a San Francisco y nos encontramos con una ciudad completamente encapotada. Hacía frío, no fresco, frío. De hecho tuvimos que acabar comprando unas chaquetas y unos vaqueros largos porque no era viable pasar unos días en la ciudad si no íbamos más abrigados. Me encantó San Francisco, su gente, la ciudad, sus enormes cuestas y, el pier 39, dónde me comí mi primera Clam Chowder.
La Clam Chowder viene de Nueva Inglaterra y no es otra cosa que una especie de sopa/crema, de almejas, que se sirve dentro de un pan agrio o sour doughs. En este caso no lo vamos a servir dentro de un pan pero sí vamos a intentar que se parezca lo máximo posible al sabor de la original (que lleva gluten y lactosa).
Quiero advertiros que para cocinar este plato necesitáis o una sartén tipo wok (profunda) ya que tiene que admitir que, tras sofreír parte de los ingredientes, se le añada suficiente líquido para hacer la sopa. También podéis hacer todo el proceso en una sartén y luego volcarlo todo en una olla, pero realmente pierde parte del sabor.
Venga, ¿tenéis el pasaporte cocinero preparado? Viajemos al otro lado del mundo con el paladar
Clam Chowder (sin gluten y sin lactosa)
Plato: SopasCocina: Del mundoDificultad: Media4
porciones10
minutos45
minutosIngredientes
2 lonchas de panceta picada
1/2 cebolla picada
1 y 1/2 cucharada de harina de yuca
200 ml de almejas en conserva (optar por una marca de calidad y en bote de cristal)
240 ml de caldo de marisco casero
120 ml de agua
2 patatas medianas
120 ml de nata de coco para cocinar (la tenéis de la marca Ecomil)
1 cucharada de perejil fresco picado
Sal
Pimienta
Ghee
Pasos
- Empezamos echando una cucharadita de ghee en la sartén y hacemos la panceta hasta que esté dorada. Retiramos la panceta y echamos la cebolla, sofreímos unos cinco minutos.
- Mezclamos bien en un vaso la harina de yuca con un poco de caldo de las almejas, es importante deshacer todos los grumos, y echamos sobre la cebolla. En este momento es muy importante ir removiendo bien para que no se pegue la harina. Estará al fuego unos tres minutos.
- Agregamos lentamente, y sin dejar de remover, el caldo de marisco y el agua. Añadimos las patatas (que habremos chascado en pequeños cubitos, no cortado) y cocinamos a fuego lento hasta que estén tiernas (unos quince minutos).
- Incorporamos las almejas (picamos la mitad y el resto las añadimos enteras), la nata líquida de coco, el perejil, la panceta, sal y pimienta.
- Cuando vuelva a hervir retiramos inmediatamente del fuego.
Consejo de Nur
- La gracia de esta sopa, además de que calienta el cuerpo y el alma cuando estás frente al puerto de San Francisco, es que luego puedes comerte el pan empapado que has usado como contenedor. Si queréis hacerlo de la forma más tradicional podéis elaborar unos panes redondos (del tamaño de un bol de sopa) de trigo sarraceno (tenéis la receta en el blog), abrir la parte superior y vaciar un poco la miga. Llenamos con la sopa y… ais, no puedo seguir explicando porque se me hace la boca agua. Probadlo.