Creo que he debido ser de las embarazadas menos acomodadas de la historia de los embarazos modernos (no voy a compararme con otros tiempos en los que el embarazo no impedía ni un ápice realizar las labores más duras). Yo solo engordé diez kilos, eso sí, exclusivamente de barriga. Ni la cara, ni el pecho, ni los brazos. Yo tenía una enorme y redonda barriga que me hacía andar como si de una motera se tratara, una motera sin moto entre las piernas. Es decir, que si bien a priori no cogí peso, durante los dos últimos meses estuve muy incómoda, porque tenía la barriga del tamaño de la catedral de Burgos. Aún así, trabajé hasta quince días antes de dar a luz y llevé una vida normal hasta el día antes de ingresar en el hospital (de hecho la tarde antes hice a mis padres andar siete kilómetros para mantenerme activa). Mi frase preferida era: No estoy enferma, solo estoy embarazada.
Mitos y verdades sobre el embarazo
Hay muchos mitos en torno a la gestación y muchos malos entendidos. Las mujeres llevan quedándose embarazadas 2,5 millones de años, y nunca, como ahora, se ha desvirtuado tanto el estado del embarazo, sobretodo, a nivel nutricional. Vamos a ver hoy mitos y verdades sobre la gestación
Hay que comer el doble
La gestación es una etapa fisiológica en la que se incrementan las necesidades nutricionales. En esta etapa habrá que considerar el estado nutricional previo a la gestación (no todas partimos de la misma base, hay que considerar situaciones de bajo peso o de sobrepeso u obesidad). En general se producirá un incremento del hambre y la sed, pero la ingesta solo ha de aumentar en torno al 10%, nada de comer por dos, ni siquiera por uno y medio.
Tan pronto andarás estreñida como suelta, y lo peor, los ardores
Cierto, el embarazo disminuye la motilidad gastrointestinal y relaja el cardias (a lo que ayuda el aumento de peso). Podrás padecer estreñimiento, diarrea y reflujo. De hecho, lo habitual es que pases por los tres estados durante el periodo de gestación.
Yo ganés veinte kilos, lo normal
Lo normal son unos 10-12 kilos máximo. El peso del feto y la placenta es de unos 5 kilos e incrementamos la masa grasa unos 3-4 kilos para enfrentarnos a la lactancia posterior. Por eso es cierto que las mujeres que dan pecho pierden más rápidamente el peso ganado que las que optan por lactancia artificial.
Vas a tener que cambiar tus hábitos alimenticios. Ya no valen las reglas de antes
La distribución de macronutrientes en la dieta de una embarazada es la misma que en una persona adulta. Si tus hábitos eran saludables previamente al embarazo, solo continua igual. Evita, eso sí, los ayunos, come en una proporción de hidratos, proteínas y grasas equilibrada tres veces al día, toma mínimo 25 gr de fibra al día,, y no hagas comidas especialmente pesadas. Por lo demás aliméntate como siempre lo has hecho.
Bebe agua
Por las características fisiológicas de las embarazadas, el aumento de peso y cambios hormonales, es necesario el consumo de bastante agua, sobre todo en épocas de calor. En cualquier caso, la sensación de sed también aumenta de manera que nuestro cuerpo nos ayudará a regular esta ingesta. Evita bebidas edulcoradas, gaseosas (que aumentarán la relajación del cardias y por lo tanto los problemas de reflujo) y, por supuesto, el alcohol en cualquier medida.
Si comes sano, todo irá bien.
En resumen, no comas por dos, come un poco más, come sano, no con la excusa del embarazo hay que ponerse tibia a donuts; haz ejercicio adaptado a cada etapa de la gestación y a tu capacidad física previa; y disfruta de una etapa de muchos cambios en tu cuerpo. Si te portas bien y te cuidas durante todo el periodo, la recuperación será muchísimo más fácil. No sueñes con ponerte esos vaqueros pitillos el día después de salir del hospital, pero sí te los pondrás mucho antes de lo que piensas.